La relación entre la comida y las emociones
La especialista Rocío Adame habla sobre el vínculo muy estrecho entre nuestro estado de ánimo (emociones) y nuestra alimentación.
Seguro te has visto en la situación en la que debido a un pico de estrés, has perdido el hambre o, al contrario, te ha dado por comer más de la cuenta. Y es que las emociones influyen en la forma en la que comemos.
«Comer nos hace sentir momentaneamente bien cuando nos encontramos en un mal momento»
Nuestras emociones, nuestro estado de ánimo, puede ser, incluso, una causa encubierta de sobrepeso.
Muchísimas personas comen compulsivamente cuando sienten ansiedad, nervios, estrés o cualquier malestar emocional.
Al comer uno se sienten bien porque se segrega endorfinas, pero después llega la culpa porque se ha comido demasiado. Es una paradoja, comer me hace sentir bien momentáneamente cuando estoy mal, pero después me siento mucho peor por haber comido en exceso.
¿Cómo se cambian los hábitos?
Es mejor crear unos hábitos basados en el estómago. Se crean progresivamente y así podemos saber si tenemos hambre física y si sentimos saciedad. De esta forma comemos cuando tenemos hambre y paramos de comer cuando sentimos saciedad.
Existen determinados tipos de alimentos que por el aporte de nutrientes que proporcionan, estimulan una síntesis de neurotransmisores que nos hacen sentirnos mejor. Los alimentos ricos en triptófano, que es un neurotransmisor relacionado directamente con el bienestar emocional. Niveles altos de triptófano y glucosa son necesarios para sintetizar la serotonina. Si tenemos niveles bajos de serotonina, tenderemos a la depresión y tendremos apetencia por el dulce. El chocolate, el pavo, el pollo, el conejo, los frutos secos (almendras, cacahuetes…), frutas como la piña y el plátano, los huevos, derivados lácteos como el queso, cereales o el pescado azul, entre otros.